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Macrobiología de Suelos

Permite calificar a cualquier organismo que puede ser observado a ojo desnudo, es decir, sin necesidad de ayudas (lupas, microscopios ópticos, microscopios electrónicos). Los macroorganismos del suelo pertenecen al reino animal (macrofauna del suelo)  y al vegetal  (macroorganismos vegetales).

 

En el trópico húmedo, los macroorganismos del suelo (raíces e invertebrados de tamaño mayor que 2 mm) desempeñan un papel clave en los procesos que determinan la fertilidad del suelo, ya que regulan la disponibilidad de nutrientes asimilables para las plantas. Las esferas de actividad de estos organismos se han definido como los sistemas de regulación biológica del suelo, los cuales están constituidos por una fuente de energía (materia orgánica, M.O.), una población de descomponedores (microorganismos) y una población de reguladores (macroorganismos). Estos sistemas de regulación se distinguen según la naturaleza de los macroorganismos implicados: el sistema de artrópodos de la hojarasca y raíces superficiales, la rizosfera para las raíces; la drilosfera, para las lombrices; y la termitosfera, para las termitas.

 

Ciertos organismos del suelo, principalmente las lombrices, las termitas y las hormigas, se han definido como ingenieros del ecosistema. Estos producen estructuras (turrículos, nidos y galerías) por medio de las cuales pueden modificar el ambiente donde viven, causando dos efectos contrastantes en la descomposición y la dinámica de la M.O.:

 

  • acelera, por un lado, su velocidad de reciclamiento, lo que facilita la actividad microbiana;

 

  • favorecen, por otro, su conservación a largo plazo porque la inmovilizan en estructuras biogénicas estables en el tiempo.
     

Se han establecido también relaciones entre las actividades de los ingenieros del ecosistema y la formación y el mantenimiento de la estructura del suelo. Finalmente, influyen en las condiciones de vida de otras comunidades de organismos del suelo, más pequeños o menos móviles, y determinan su abundancia y su estructura. Por tanto, la diversidad y la abundancia de las comunidades de macroinvertebrados y la importancia relativa de los grupos de organismos de mayor interés pueden ser utilizados como indicadores de la calidad del suelo.

 

Las actividades de la macrofauna afectan, a veces de manera considerable, el crecimiento de las plantas. Pueden ser también vectores de microorganismos simbióticos de las plantas, como los fijadores de nitrógeno o los hongos de micorriza, o pueden digerir, de manera selectiva, microorganismos patógenos. En los ecosistemas,  naturales, las lombrices y las hormigas afectan también a la dinámica de la vegetación, ya que pueden influir, de manera selectiva, en la diseminación de las semillas y en la composición de los bancos de semilla del suelo.

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